Estaba
pregonando en los albores de mi conciencia,
el nacimiento de un nuevo ser
sobre los cimientos de mi sentencia del ayer...
nada que ver,
y si observar, luego de hurgar
en las heridas y juzgar
que por vividas deben florecer,
y marchitar,
florecer y marchitar.
Caminaba
por los transitados recuerdos,
donde la esperanza
se esperanzaba en nombre ajenos
de malo y buenos
viajeros, hoy un cementerio
donde se debe caer
y levantar,
caer y levantar.
Era
la conjunción de un eco tras un rosado atardecer,
rojo ciruela, o un arco-iris
que no supe apreciar bien,
imperfecto...
por miedo a amar
y perder,
amar y perder.
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