Estaba ahí parado a punto de pasar mi pase por el validador para regresar a mi casa y hacer todo lo que tuve que haber echo y que sin embargo no hice. Pasé, bajé por las escaleras y caminé hasta antes de la linea amarilla, un tren estaba por el otro andén y me detuve largo rato a observar sus ruedas, me llamaban, me incitaban a entregarles mis últimos segundos, y eran bastante convincentes. Estuve un buen rato así, divagando en eso que veían mis ojos y que no era nada más que la oportunidad de acabar con todo. La vida era un vacío existencial, una molécula a punto de hacer big bang, pensé en los efectos secundarios que traería mi suicidio, ensuciar el maldito lugar con mi sangre y arrasar cualquier panorama, compromiso u obligación de quien use el metro, y pensé también en escribirlo, contarle al mundo lo triste que era todo y lo aburrido que se había vuelto, de alguna forma la vida tenía menos peso que la muerte, pero luché.
Sentí el metro a lo lejos y era un todo o nada, escogí la nada, una nada que en potencia era todo, un universo vacío que podía llenarse y a pesar que hacía frío, que tenía mil obligaciones que cumplir y que solo quería dormir, escogí esta suerte de vida como excusa para escribir algo. El metro se detuvo y la humanidad permitió bajar antes de subir, lo mío era inercia y fue inercia hasta que descubrí un par de ojos que no se detuvieron en los míos, pero que me atropellaron y se fueron lejos. Pensé en hablarle, en decirle mil cosas, y pensé en cada una de las mil cosas que pensaba decirle pero ya había decidido quedarme ahí, inerte, solo mirándola.
Tenía que bajarme y deseé que ella también, pero no se bajó, el metro siguió su recorrido y se llevó la primavera, algunos sueños y en sus ojos mi mirada, aunque la olvidé mientras subía las escaleras tratando de parecer normal.
Sentí el metro a lo lejos y era un todo o nada, escogí la nada, una nada que en potencia era todo, un universo vacío que podía llenarse y a pesar que hacía frío, que tenía mil obligaciones que cumplir y que solo quería dormir, escogí esta suerte de vida como excusa para escribir algo. El metro se detuvo y la humanidad permitió bajar antes de subir, lo mío era inercia y fue inercia hasta que descubrí un par de ojos que no se detuvieron en los míos, pero que me atropellaron y se fueron lejos. Pensé en hablarle, en decirle mil cosas, y pensé en cada una de las mil cosas que pensaba decirle pero ya había decidido quedarme ahí, inerte, solo mirándola.
Tenía que bajarme y deseé que ella también, pero no se bajó, el metro siguió su recorrido y se llevó la primavera, algunos sueños y en sus ojos mi mirada, aunque la olvidé mientras subía las escaleras tratando de parecer normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Qué tal?