miércoles, 17 de junio de 2015

En metro bajo efectos

Tomé aire y besé aquel papel, aspiré fuerte fuerte mientras observaba como unas palomas jugaban sobre una fuente de agua. Luego miré al Nacho, por dentro sentí una infinita calma por un momento fui feliz, sin embargo miles de recuerdos se agazaparon sobre mi y las palomas que antes jugaban me miraban y culpaban, dispuestas a ejecutarme. Nuevamente el insidioso objeto regresaba a mi poder, sentí ansias, quería esa calma nuevamente y luego de tomar aire, aspiré fuertemente quemándome los dedos, me quejé por eso, como odio eso.

Estaba ahí parado a punto de pasar mi pase por el validador para regresar a mi casa y hacer todo lo que tuve que haber echo y que sin embargo no hice. Pasé, bajé por las escaleras y caminé hasta antes de la linea amarilla, un tren estaba por el otro andén y me detuve largo rato a observar sus ruedas, me llamaban, me incitaban a entregarles mis últimos segundos, y eran bastante convincentes. Estuve un buen rato así, divagando en eso que veían mis ojos y que no era nada más que la oportunidad de acabar con todo. La vida era un vacío existencial, una molécula a punto de hacer big bang, pensé en los efectos secundarios que traería mi suicidio, ensuciar el maldito lugar con mi sangre y arrasar cualquier panorama, compromiso u obligación de quien use el metro, y pensé también en escribirlo, contarle al mundo lo triste que era todo y lo aburrido que se había vuelto, de alguna forma la vida tenía menos peso que la muerte, pero luché.

Sentí el metro a lo lejos y era un todo o nada, escogí la nada, una nada que en potencia era todo, un universo vacío que podía llenarse y a pesar que hacía frío, que tenía mil obligaciones que cumplir y que solo quería dormir, escogí esta suerte de vida como excusa para escribir algo. El metro se detuvo y la humanidad permitió bajar antes de subir, lo mío era inercia y fue inercia hasta que descubrí un par de ojos que no se detuvieron en los míos, pero que me atropellaron y se fueron lejos. Pensé en hablarle, en decirle mil cosas, y pensé en cada una de las mil cosas que pensaba decirle pero ya había decidido quedarme ahí, inerte, solo mirándola.

Tenía que bajarme y deseé que ella también, pero no se bajó, el metro siguió su recorrido y se llevó la primavera, algunos sueños y en sus ojos mi mirada, aunque la olvidé mientras subía las escaleras tratando de parecer normal.

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