sábado, 2 de agosto de 2014

Primera parte

La juventud, como un pozo de ilusiones
donde de amor en amor
a veces hallamos las más pérfidas perdiciones
y nos creemos tan eternos
sin darnos cuenta de que el presente 
es el futuro que entre nuestras manos se desliza
y se convierte en un pasado, pisado y absurdo.

Sin convicciones caminamos sobre las nubes,
nubes que intoxicamos con el humo de un cigarrillo
que disfrutamos
convergiendo en la forma más sutil
y  deliciosa de un; para nada similar en lo absoluto,
suicidio. 

Nubes que además 
en un estado de ebriedad adulamos 
y juramos que la vida es eso, que el amor se sufre,
que en la tristeza se sonríe, que tenemos razón,
sin oír otras razones y mucho menos corazones.