donde de amor en amor
a veces hallamos las más pérfidas perdiciones
y nos creemos tan eternos
sin darnos cuenta de que el presente
es el futuro que entre nuestras manos se desliza
y se convierte en un pasado, pisado y absurdo.
Sin convicciones caminamos sobre las nubes,
nubes que intoxicamos con el humo de un cigarrillo
que disfrutamos
convergiendo en la forma más sutil
y deliciosa de un; para nada similar en lo absoluto,
suicidio.
Nubes que además
en un estado de ebriedad adulamos
y juramos que la vida es eso, que el amor se sufre,
que en la tristeza se sonríe, que tenemos razón,
sin oír otras razones y mucho menos corazones.