Pensemos que caminando por el pasaje
donde reposas tu existencia,
un perdigón de primavera estalla ante la luminiscencia
de tus cielos oscuros,
quizás sus pétalos acaricien el entramado de ramas
que llevas por armas, quizás sus sépalos abriguen
tu adormilada defensa convexa,
y su pistilo asfixie el incendio de tu decadencia,
y sus palabras redunden la hipérbole de tu sonrisa,
tal vez en un ocaso paralelo,
un universo palpitante quiera verlos juntos
bajo la aurora volar,
siendo rocío y estrellas, raíz y copa,
dos específicas partículas con ganas de ser Big-Bang,
o hacer el amor.
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